martes, 30 de noviembre de 2010

Novena en honor a la Inmaculada Concepcion: Dia 2

Señor Jesús, Tú que nos dejaste como madre y educadora a tu Santísima Madre, has que Ella nos enseñe a acoger tu palabra, a conservarla y a meditarla en nuestro corazón como lo hizo durante toda su vida. Que nos aliente a decirte “Si” viviendo la obediencia de la fe. Que nos ayude a estar firmes en la fe, constantes en la esperanza, perseverantes en la caridad y siempre dóciles a tu palabra. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

Salve, Madre Inmaculada..."El Señor, Dios Altísimo, te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra" (Jdt 13,18). Y no hay en ti mancha original. "Dios te salve, María, llena de gracia". Un eco suavísimo resuena en el corazón al pronunciar este día las palabras del ángel: "Dios te salve, María. Llena de gracia..." (Lc 1,28). El misterio de la eterna calma y de la eterna virginidad. Pura, intacta, incontaminada. Tus hijos a una cantan tus glorias y se regocijan en la más grande e íntima de tus fiestas. "Dios te salve, María, llena de gracia... Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha original".

“Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha...”.Quien fija en ti su mirada, Madre toda Santa, no pierde la serenidad, por duras que sean las pruebas de la vida. Aunque es triste la experiencia del pecado, que desfigura la dignidad de los hijos de Dios, quien recurre a ti, redescubre la belleza de la verdad y del amor, y vuelve a encontrar el camino que lleva a la casa del Padre.

“Llena de gracia” eres tú, María, que al acoger con tu “sí” los proyectos del Creador, nos abriste el camino de la salvación. Enséñanos a pronunciar también nosotros, siguiendo tu ejemplo nuestro “sí” a la voluntad del Señor. Un “sí” que se una a tu “sí” sin reservas y sin sombras, que el Padre quiso necesitar para engendrar al hombre nuevo, Cristo, único Salvador del mundo y de la historia. Amén

SEGUNDO DÍA : POR LA SANTIDAD SACERDOTAL Y RELIGIOSA

Estos son tiempos duros para ser sacerdote hoy. Son tiempos duros para ser católicos hoy. Pero también son tiempos magníficos para ser un sacerdote hoy y tiempos magníficos para ser católicos hoy. Jesús dice en una de las bienaventuranzas: “Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes.” (Mt.5, 10)

Hoy muchos sacerdotes experimentan de primera mano esta bienaventuranza. ¡Este es un tiempo en el que todos nosotros necesitamos concentrarnos aún más en la santidad! ¡Estamos llamados a ser santos y cuánto necesita nuestra sociedad ver ese rostro hermoso y radiante de la Iglesia! todos somos parte de la solución, una parte crucial de la solución. Y hoy, cuando caminemos al altar para recibir de las manos ungidas de un sacerdote el Sagrado Cuerpo del Señor, pidámosle a Él que ilumine a este hermano un deseo real de santidad, un deseo real de mostrar Su auténtico rostro; de ser otro Cristo.

“El sacerdote de alguna manera, toma sobre sí igual que Cristo en la Hostia Santa, los pecados del mundo, las miserias del mundo, los dolores del mundo. Es un drama que quizás no aparece a la vista de los fieles cristianos. Es algo de lo que se habla poco, porque son cosas íntimas del sacerdote. Pero el sacerdote es víctima con Cristo. Es sacerdote y víctima. Y el soporta sobre sí ¡tantas cosas! tantos pecados, tantas miserias, tantos sufrimientos. Y lo hace con alegría, y lo hace con la fuerza de Dios, con la fuerza de Cristo…Tienen que pedir mucho por los sacerdotes y ofrecer con el sacerdote... Los sacerdotes también somos pecadores, somos débiles, somos miserables. Ustedes deben cubrir con su alegría, con su testimonio, con su palabra, cubrir eso defectos del sacerdote. No dejen deshonrar al sacerdocio… No abandonen al sacerdote, sino rodéenlo de ese cariño, de esa caridad fraterna, de ese amor de amigos verdaderos. Porque el sacerdote es el amigo de todos, el hermano de todos”. (P. Eduardo Laforet en su primera Misa)

"María" Madre de Jesucristo y de los sacerdotes, acoge desde el principio a los llamados al sacerdocio y a la vida religiosa, protégelos en su formación y acompáñalos en su vida y en su ministerio. Amén.

Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, y luego pide lo que por intercesión de la Inmaculada deseas conseguir de esta Novena. A continuación se dirá la Oración final

Dios todopoderoso y eterno, por intercesión de la Inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, te rogamos; escuches nuestra oración y alcancemos la gracia de la salvación eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

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