sábado, 4 de diciembre de 2010

Novena en honor a la Inmaculada Concepción: Dia 6

Señor Jesús, Tú que nos dejaste como madre y educadora a tu Santísima Madre, has que Ella nos enseñe a acoger tu palabra, a conservarla y a meditarla en nuestro corazón como lo hizo durante toda su vida. Que nos aliente a decirte “Si” viviendo la obediencia de la fe. Que nos ayude a estar firmes en la fe, constantes en la esperanza, perseverantes en la caridad y siempre dóciles a tu palabra. Amén.


Oración preparatoria para todos los días


Salve, Madre Inmaculada..."El Señor, Dios Altísimo, te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra" (Jdt 13,18). Y no hay en ti mancha original. "Dios te salve, María, llena de gracia". Un eco suavísimo resuena en el corazón al pronunciar este día las palabras del ángel: "Dios te salve, María. Llena de gracia..." (Lc 1,28). El misterio de la eterna calma y de la eterna virginidad. Pura, intacta, incontaminada. Tus hijos a una cantan tus glorias y se regocijan en la más grande e íntima de tus fiestas. "Dios te salve, María, llena de gracia... Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha original".


“Toda hermosa eres, María, y no hay en ti mancha...”.Quien fija en ti su mirada, Madre toda Santa, no pierde la serenidad, por duras que sean las pruebas de la vida. Aunque es triste la experiencia del pecado, que desfigura la dignidad de los hijos de Dios, quien recurre a ti, redescubre la belleza de la verdad y del amor, y vuelve a encontrar el camino que lleva a la casa del Padre.


“Llena de gracia” eres tú, María, que al acoger con tu “sí” los proyectos del Creador, nos abriste el camino de la salvación. Enséñanos a pronunciar también nosotros, siguiendo tu ejemplo nuestro “sí” a la voluntad del Señor. Un “sí” que se una a tu “sí” sin reservas y sin sombras, que el Padre quiso necesitar para engendrar al hombre nuevo, Cristo, único Salvador del mundo y de la historia. Amén


SEXTO DÍA: POR LOS JOVENES Y LA JMJ

«Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2, 7). La carta de la cual está tomada esta invitación, fue escrita por San Pablo para responder a una necesidad concreta de los cristianos de la ciudad de Colosas. Aquella comunidad, de hecho, estaba amenazada por la influencia de ciertas tendencias culturales de la época, que apartaban a los fieles del Evangelio. Nuestro contexto cultural, queridos jóvenes, tiene numerosas analogías con el de los colosenses de entonces. En efecto, hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un “paraíso” sin Él. Pero la experiencia enseña que el mundo sin Dios se convierte en un “infierno”, donde prevalece el egoísmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y los pueblos, la falta de amor, alegría y esperanza. En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del amor, donde cada uno es respetado en su dignidad y crece la comunión, con los frutos que esto conlleva. Hay cristianos que se dejan seducir por el modo de pensar laicista, o son atraídos por corrientes religiosas que les alejan de la fe en Jesucristo. Otros, sin dejarse seducir por ellas, han dejado que se enfriara su fe, con las inevitables consecuencias negativas en el plano moral.


He aquí jóvenes del tercer milenio, cuál ha de ser su programa: construyan su vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en práctica la doctrina. Es urgente que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que el Señor les pide, a esto a lo que los invita la Iglesia, esto es lo que el mundo espera de ustedes!


Queridos jóvenes, la Iglesia cuenta con ustedes. Necesita su fe viva, su caridad creativa y el dinamismo de su esperanza. Su presencia renueva la Iglesia, la rejuvenece y le da un nuevo impulso. Por ello, las Jornadas Mundiales de la Juventud son una gracia no sólo para ustedes, sino para todo el Pueblo de Dios. Que la Virgen María acompañe este camino de preparación. Ella, al anuncio del Ángel, acogió con fe la Palabra de Dios; con fe consintió que la obra de Dios se cumpliera en ella. Pronunciando su “fiat”, su “sí”, recibió el don de una caridad inmensa, que la impulsó a entregarse enteramente a Dios. Que Ella interceda por todos ustedes, para que en la próxima Jornada Mundial puedan crecer en la fe y en el amor. (Mensaje del Papa Benedicto XVI, con motivo de la próxima JMJ Madrid 2011).

“Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”. Virgen Inmaculada, Madre de Dios, bendice a la juventud de Perú, América y el mundo, aumenta nuestra fe y llévanos a Jesús. Amén

Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.

Dios todopoderoso y eterno, por intercesión de la Inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, te rogamos; escuches nuestra oración y alcancemos la gracia de la salvación eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

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